Algunos niños son más vulnerables a los alimentos ultraprocesados: lo que los padres deben saber
Cuando los hijos de Kerri Boutelle eran pequeños, notó un patrón curioso: mientras uno podía comer solo la mitad de un cono de helado y dejarlo a un lado, otro lo devoraba por completo rápidamente... y luego buscaba cualquier sobrante. Como psicóloga en la Universidad de California en San Diego, Boutelle ha pasado más de tres décadas trabajando con niños que lidian con la obesidad y los trastornos alimentarios. Sus observaciones revelaron algo que ahora la ciencia comienza a respaldar: no todos los niños responden igual a los alimentos ultraprocesados.
Algunos nacen con lo que los investigadores llaman una alta sensibilidad a la recompensa alimentaria, explica la psicóloga Ashley Gearhardt, de la Universidad de Míchigan. Estos niños tienen mayor motivación para comer, sienten más hambre que otros y pueden comer rápidamente sin llegar a sentirse realmente llenos. Aunque pueden autorregularse con alimentos integrales o mínimamente procesados, los productos ultraprocesados representan un desafío único.
En un mundo saturado de snacks, comida rápida y productos azucarados, los niños con alta sensibilidad a la recompensa alimentaria corren mayor riesgo. Los consejos habituales sobre moderación no siempre funcionan para ellos: necesitan apoyo especializado para navegar este entorno alimentario.
Para más orientación sobre nutrición, consulta los consejos de alimentación saludable de los CDC y la fuente de nutrición de la Escuela de Salud Pública de Harvard. CDC’s healthy eating tips and the Harvard School of Public Health’s nutrition source.
¿Qué es la alta sensibilidad a la recompensa alimentaria?
Hoy en día, el niño estadounidense promedio obtiene aproximadamente el 70% de sus calorías diarias de alimentos ultraprocesados, productos llenos de aditivos, emulsionantes, conservantes y sabores artificiales. Estos productos están diseñados para ser altamente apetecibles y suelen interferir con las señales internas de hambre y saciedad. Según la psiquiatra Agnes Ayton, del Royal College of Psychiatrists, estos alimentos engañan al cerebro al activar los circuitos de placer, lo que fomenta el consumo excesivo.
Psicólogos como Gearhardt han descubierto que cuando las personas consumen alimentos reales, suelen evaluar bien su hambre y saciedad. Pero al introducir productos ultraprocesados, esta autorregulación se vuelve mucho más difícil. Esto es especialmente cierto en niños con una alta sensibilidad a la recompensa, que encuentran extremadamente difícil dejar de comer una vez que han comenzado.
Como explica Boutelle, estos niños no comen solo por hambre. Están impulsados por un fuerte circuito neurológico de retroalimentación que los lleva a seguir comiendo, sin importar qué tan llenos se sientan.
Para entender mejor la conexión entre comida y señales cerebrales, revisa la investigación del NIH sobre adicción alimentaria.
Qué pueden hacer los padres para fomentar hábitos saludables
1. No almacenes grandes cantidades de ultraprocesados en casa
Muchas familias intentan enseñar moderación guardando estos productos en la despensa. Pero en niños con alta sensibilidad a la recompensa alimentaria, esto suele fracasar. La tentación lleva a comer en exceso, frustración y sensación de fracaso. Este ciclo también puede afectar a los adultos.
En su lugar, evita comprarlos en grandes cantidades. Fuera de la vista, fuera de la mente—especialmente en niños pequeños que aún están formando hábitos.
2. Limita su consumo, pero permite flexibilidad social
Eliminar por completo los ultraprocesados puede resultar contraproducente, sobre todo en situaciones sociales como cumpleaños, fiestas o eventos escolares. Prohibirlos puede generar una obsesión o sentimientos de aislamiento.
Sigue el enfoque de Gearhardt: mantén alimentos mínimamente procesados en casa (como frutas, granos enteros y nueces) y permite los ultraprocesados en ocasiones especiales. Así se logra un equilibrio emocional sin descuidar la salud.
Para tomar decisiones informadas sobre alimentación, consulta MyPlate del USDA.
3. Minimiza la variedad de productos ultraprocesados en casa
Más variedad suele significar más consumo. Si decides tener algunos, limita la variedad a dos o tres tipos. Por ejemplo, un solo tipo de cereal o de snack es mejor que una despensa llena de opciones. Esto reduce la estimulación y ayuda a que los niños se autorregulen.
Recomendación de Boutelle: “Si vas a tener helado, no compres cuatro sabores. Escoge uno”.
4. Usa eventos especiales para dar acceso a estos productos
Ashley Gearhardt mantiene su casa abastecida con alimentos nutritivos y sin procesar. Sus hijos saben que pueden comer plátanos, manzanas, palomitas o anacardos en cualquier momento. Pero los ultraprocesados solo aparecen en cumpleaños, fiestas o noches de cine.
Este método también ayuda a los niños con alta sensibilidad a la recompensa: no tienen que resistir la tentación constantemente y aún disfrutan indulgencias ocasionales. En palabras de Gearhardt: “Nuestra base es la comida real”.
Convertir el hogar en un entorno alimentario seguro
Kerri Boutelle enfatiza un punto clave para los padres: el entorno alimentario actual está diseñado para que los niños coman en exceso. Desde los empaques coloridos hasta los sabores adictivos, los alimentos ultraprocesados están por todas partes. Pero aunque la sociedad no va a cambiar de la noche a la mañana, el hogar sí puede ser un santuario.
Pequeños pasos—limitar el acceso a ultraprocesados, promover alimentos reales y fomentar la alimentación consciente—pueden marcar una gran diferencia en la relación de un niño con la comida a lo largo de su vida.

