En un avance científico significativo, los investigadores han identificado una alteración genética precisa en los mosquitos que podría reducir drásticamente su capacidad de transmitir la malaria. Este pequeño ajuste —solo un cambio de un aminoácido en el gen FREP1— interrumpe el trayecto del parásito Plasmodium desde el intestino del mosquito hasta sus glándulas salivales, donde normalmente es inyectado en los humanos mediante picaduras. Los investigadores utilizaron la tecnología CRISPR para crear una versión del mosquito Anopheles stephensi con el gen modificado. Los mosquitos editados genéticamente mostraron una mediana de cero parásitos en sus glándulas salivales, en comparación con miles en los no editados, y permanecieron sanos en otros aspectos.
This gene, FREP1, plays a key role in helping mosquitoes digest blood, but it also appears crucial for the parasite’s development. By disrupting this process, the edited mosquitoes exhibited about five times fewer infective parasites in their bodies. This is not just a laboratory feat; it opens the door to future field applications where mosquitoes might be bred with this resistance and released to lower disease transmission.
Gene Drive: un atajo para la herencia
La siguiente fase del estudio demostró el uso de un gene drive, una poderosa herramienta genética que permite a los científicos eludir los patrones normales de herencia. En lugar de que un gen se transmita solo al 50% de la descendencia, el gene drive asegura que sea heredado por casi todos. En solo diez generaciones, el gen alterado se propagó a más del 90% de una población de laboratorio. Esta adopción rápida sugiere un potencial para su distribución generalizada en la naturaleza —si se pueden abordar las preocupaciones éticas, ecológicas y regulatorias.
Los científicos están particularmente interesados en este método porque no introduce un gen completamente ajeno. La mutación en FREP1 ya existe de forma natural en algunos mosquitos. Esto podría facilitar la aceptación por parte de comunidades o gobiernos escépticos ante la manipulación genética. Un experto señaló que esta modificación de ocurrencia natural podría hacer que el enfoque sea “ligeramente más aceptable” en los debates públicos sobre edición genética.
Aun así, el enfoque no está exento de críticas. Grupos ambientalistas argumentan que los gene drives podrían tener efectos de gran alcance en los ecosistemas. La preocupación radica en la posibilidad de que mutaciones no deseadas se propaguen entre las poblaciones silvestres y alteren la biodiversidad, como las cadenas alimenticias que incluyen aves y murciélagos que se alimentan de mosquitos. Por ello, la supervisión regulatoria y el modelado ecológico son pasos cruciales.
Una nueva arma contra un asesino persistente
Cada año, la malaria afecta a más de 260 millones de personas y causa más de 600.000 muertes. Las herramientas tradicionales —como los mosquiteros y los medicamentos— no han logrado erradicar la enfermedad. Las tecnologías de edición genética como la que se acaba de demostrar ofrecen un método innovador para controlar la enfermedad en su origen. En lugar de enfocarse en los humanos o incluso en toda la población de mosquitos, esta técnica se centra específicamente en hacer imposible el desarrollo del parásito.
Aunque los científicos advierten que las aplicaciones reales aún están a años de distancia, se muestran esperanzados. Los ensayos de campo requerirán coordinación con gobiernos locales, apoyo de organizaciones internacionales y una fuerte participación comunitaria. El objetivo es crear una población de mosquitos que propague esta resistencia de forma natural, sin requerir intervención humana constante.
También se están investigando enfoques alternativos. Algunos grupos de investigación intentan suprimir las poblaciones de mosquitos volviéndolos infértiles, mientras que otros buscan insertar genes que ataquen directamente al parásito Plasmodium. Lo que diferencia a esta modificación en FREP1 es que interrumpe el ciclo de vida del parásito sin dañar las funciones básicas del mosquito, preservando su papel ecológico.
Con el aumento de la resistencia a los insecticidas y los medicamentos antipalúdicos, herramientas como la edición genética ofrecen un nuevo capítulo esperanzador en la lucha contra la malaria. Los científicos enfatizan la importancia de tener estrategias diversas disponibles, en caso de que el parásito evolucione para evadir incluso las intervenciones genéticas más avanzadas. Por ahora, este pequeño ajuste representa un gran salto en la guerra contra una enfermedad con siglos de historia.

