El nuevo acuerdo comercial entre la Unión Europea y Estados Unidos ha desatado una fuerte turbulencia política en Europa, con Francia y Alemania rechazando públicamente el pacto negociado por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Aunque fue diseñado para evitar una guerra comercial transatlántica de mayor escala, el acuerdo ha sido ampliamente criticado por líderes europeos que lo consideran desequilibrado y perjudicial para los intereses económicos de la UE.
Francia califica el acuerdo como "sumisión"; Alemania advierte sobre daños industriales
El primer ministro francés, François Bayrou, emitió una de las críticas más duras, calificando el acuerdo como "un acto de sumisión" y "un día oscuro para Europa", en respuesta al arancel del 15% impuesto a la mayoría de las exportaciones de la UE hacia EE. UU. Bayrou advirtió que el pacto socava la soberanía europea y establece un precedente para futuras concesiones bajo presión estadounidense.
El canciller alemán, Friedrich Merz, aunque menos confrontativo, también expresó su preocupación. Si bien describió el pacto como “el mejor resultado que podíamos esperar”, Merz subrayó que causaría un daño significativo a las industrias alemanas centradas en la exportación, particularmente en los sectores automotriz y de fabricación industrial. Según Deutsche Welle, los legisladores alemanes ya debaten subsidios a corto plazo para mitigar el impacto.
Un acuerdo polémico para evitar una escalada
El acuerdo impone un arancel estadounidense del 15% sobre la mayoría de los productos europeos, incluidos automóviles, maquinaria, productos farmacéuticos y químicos, una rebaja del 30% inicialmente propuesto que habría desatado una guerra comercial más amplia. Aunque la UE logró exenciones arancelarias en sectores clave como aeronáutica, equipos de defensa y tecnología limpia, muchos líderes argumentan que el compromiso fue excesivo.
A cambio, Bruselas acordó comprar 750 mil millones de dólares en gas natural y bienes de defensa estadounidenses, además de invertir 600 mil millones adicionales en los próximos cinco años en proyectos bilaterales de infraestructura y energía. Von der Leyen defendió el acuerdo, afirmando que preserva la estabilidad en los mercados transatlánticos y garantiza a la UE acceso a largo plazo a exportaciones críticas de EE. UU., especialmente gas natural licuado (GNL).
Reacciones divididas entre los Estados miembros de la UE
No todos los líderes europeos se unieron a Francia y Alemania en su rechazo al acuerdo. El Taoiseach irlandés, Micheál Martin, declaró sentirse “aliviado” de que el bloque evitara aranceles más altos, aunque admitió que “el acuerdo no protege suficientemente a los sectores vulnerables”. No obstante, Martin se negó a apoyar subsidios directos a empresas irlandesas, argumentando que la UE debe mantener la disciplina presupuestaria.
El primer ministro español, Pedro Sánchez, describió el pacto como un "mal necesario" y dijo que Madrid lo "apoyaría sin entusiasmo". Incluso el comisario europeo Maroš Šefčovič se mostró cauto, calificando el acuerdo como “lejos de ser perfecto” pero “un compromiso inevitable” para mantener la unidad del bloque y una relación funcional con Washington.
Alarmas en el sector empresarial e industrial
Grupos empresariales europeos han advertido que los aranceles, incluso al 15%, podrían alterar las cadenas de suministro y hacer que los productos de la UE sean menos competitivos en los mercados estadounidenses. La Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles emitió un comunicado criticando la falta de exclusiones para componentes de vehículos eléctricos y pidió negociaciones de emergencia para revisar la cláusula automotriz.
En las industrias farmacéutica y de semiconductores, líderes expresaron temores por la posible pérdida de empleos y retrasos en inversiones debido a la caída en la demanda por parte de importadores estadounidenses. Un informe de Financial Times estimó que el sector tecnológico europeo podría perder hasta 20.000 millones de euros anuales bajo los nuevos términos.
Von der Leyen, bajo presión
Von der Leyen, quien negoció personalmente el texto final con el presidente Trump, ahora enfrenta un creciente escrutinio. Miembros del Parlamento Europeo, tanto de partidos de izquierda como de derecha, cuestionan si excedió su autoridad al ofrecer compromisos significativos en energía y defensa sin consultar a los gobiernos nacionales.
A pesar de su insistencia en que el acuerdo garantiza “estabilidad a largo plazo” en el comercio UE–EE. UU., las críticas crecen en torno a su supuesta falta de concesiones más favorables. Como señaló Politico, el acuerdo “puede haber enfriado las tensiones, pero a costa de la armonía política dentro de la propia UE”.

