Líderes de Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica y los nuevos miembros de BRICS+ se unen en medio de un cambio en el poder global.
Los líderes de las naciones BRICS se reúnen en Río de Janeiro para una cumbre de tres días en la que discutirán estrategias para profundizar la cooperación económica, mejorar el intercambio tecnológico y fortalecer su posición en los asuntos globales. El encuentro, que comenzó el domingo 6 de julio de 2025, se celebra en medio de una renovada incertidumbre mundial, incluida la reaparición de tensiones comerciales provocadas por las amenazas arancelarias del expresidente estadounidense Donald Trump.
El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva es el anfitrión del evento, al que asisten el primer ministro indio Narendra Modi, el primer ministro chino Li Qiang y representantes de varios otros estados miembros. Rusia está representada por una delegación, ya que el presidente Vladimir Putin sigue ausente debido a una orden de arresto activa emitida por la Corte Penal Internacional.
Los orígenes del BRICS y su visión alternativa
El grupo BRICS surgió de un concepto introducido por el economista de Goldman Sachs, Jim O’Neill, en 2001. Identificó a Brasil, Rusia, India y China como economías de rápido crecimiento capaces de remodelar el equilibrio de poder global para 2050. El bloque comenzó a celebrar cumbres formales en 2009, y Sudáfrica se unió en 2010, dando lugar al acrónimo actual.
A diferencia de las alianzas tradicionales, los países BRICS difieren significativamente en sus sistemas políticos y estructuras económicas, pero comparten un interés común en promover un orden mundial multipolar. Desde entonces, el grupo ha lanzado el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) como alternativa al Banco Mundial, y ha discutido la creación de una nueva moneda común para reducir la dependencia del dólar estadounidense—aunque esa iniciativa sigue estancada, en parte debido a la resistencia de India.
Quién se ha unido y quién quiere ingresar
Hoy en día, BRICS está compuesto por diez miembros plenos, incluidos los cinco fundadores más Egipto, Etiopía, Irán, Emiratos Árabes Unidos e Indonesia, todos los cuales se unieron oficialmente a principios de 2025. Decenas de otras naciones están buscando alinearse con el grupo, incluidas Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Kazajistán, Malasia, Tailandia, Vietnam, Uganda y Uzbekistán, que ya son considerados asociados de BRICS+.
Según el sitio web del bloque, más de 40 países han presentado solicitudes formales o exploratorias de membresía. Cabe destacar que Arabia Saudita—a pesar de sus estrechos vínculos con Estados Unidos—figura como futuro miembro, aunque aún no se ha tomado una decisión definitiva. Mientras tanto, Argentina retiró su solicitud bajo la presidencia de Javier Milei, citando su preferencia por mantener relaciones más fuertes con las naciones occidentales.
India ha vetado la inclusión de Turquía debido a su creciente alineación con Pakistán, lo que ilustra las tensiones internas que complican una expansión adicional.
Una alianza diversa pero desigual
A pesar de carecer de una carta fundacional formal o de una secretaría permanente, los BRICS representan ahora más del 40% de la población mundial y casi un tercio del PIB global medido por paridad de poder adquisitivo. El grupo también controla vastos recursos naturales, incluido el 40% de la producción mundial de petróleo y más del 70% de las tierras raras, lo que lo posiciona como un actor clave en las cadenas de suministro globales.
El Centro Brasileño de Relaciones Internacionales (CEBRI) informa que, de 2009 a 2023, los países BRICS presentaron más de 44 millones de patentes, lo que representa más de la mitad de todas las patentes a nivel mundial. El NDB también ha aprobado más de 39.000 millones de dólares en financiación para más de 120 proyectos de infraestructura y sostenibilidad.
Contradicciones internas y desafíos geopolíticos
La diversidad ideológica del bloque ha generado cada vez más debates sobre su viabilidad a largo plazo. China y Rusia continúan viendo a BRICS como un contrapeso geopolítico frente a la influencia occidental, mientras que India y Brasil han enfatizado la integración económica por encima de la confrontación. Disputas como las tensiones fronterizas entre India y China, y los conflictos en curso entre Egipto y Etiopía por el río Nilo, han puesto de manifiesto las divisiones políticas del bloque.
Además, las disparidades económicas dentro de la alianza—la economía de China es varias veces mayor que la de Etiopía o Sudáfrica—generan preocupaciones sobre la dominación por parte de un solo estado miembro. También hay un creciente escrutinio sobre cómo las naciones democráticas dentro de BRICS pueden mantener su alineación con regímenes más autoritarios como Rusia, Irán y China.
Incluso Jim O’Neill, quien acuñó originalmente el término BRICS, expresó recientemente su escepticismo. En un artículo de opinión de 2024, afirmó que BRICS "carece de un propósito coherente más allá de los gestos simbólicos y la retórica grandilocuente".
¿Qué viene después?
A pesar del escepticismo, se espera que la cumbre BRICS en Río produzca discusiones concretas sobre protocolos comerciales, colaboración tecnológica y marcos conjuntos de políticas. Aunque el grupo todavía enfrenta obstáculos estructurales e ideológicos, el rápido interés de países en África, Asia y América Latina sugiere un atractivo creciente por un sistema menos dependiente de instituciones centradas en EE. UU.
Si BRICS continúa expandiéndose y alineándose en torno a intereses comunes—particularmente en áreas como infraestructura digital, desarrollo sostenible y comercio en moneda local—podría evolucionar hacia una poderosa coalición transregional, transformando la diplomacia y el comercio global en los próximos años.

